La Sierra Mágica

Por Lagartija
30 octubre, 2015

Ibirque.

Este pueblo aragonés, enclavado en plena Sierra de Belarra, dentro del Entorno Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, es uno de los despoblados de la Guarguera.  Ya en los albores del siglo anterior entró en decadencia y del mismo actualmente casi no quedan restos que se puedan visitar, salvo quizás su iglesia de San Martín de Tours.  Hasta esta localización podremos acceder por la pista de Nocito-Cuello Bail, por Orlato, o por el viejo camino de herradura subiendo desde Lasaosa.  En el curso nos encontraremos -si somos avispados- con un dolmen que la gente del lugar nombra como la “Caseta de las Bruxas” y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid os pongo la leyenda del dolmen, la cual espero os agrade.

067

La leyenda del Dolmen de Ibirque

Solo te digo una cosa, si algún día comienza a llover mientras haces camino por la Sierra de Guara no te guarezcas en ningún dolmen, pues guardan secretos que solo son desvelados a sus moradores y que pocos han podido contar…

Se llamaba Antonio. Aquel día se había retrasado más de lo esperado en el molino de Villaba y la noche le había cogido cuando todavía se hallaba en Guara. Para colmo, una tormenta como jamás había contemplado, estaba cayendo en la Sierra.

De pronto lo divisó en la lejanía el dolmen de Ibirque. A pesar de todas las cosas que había oído sobre ese lugar decidió que le serviría de refugio hasta que la tormenta parase, pues sabía perfectamente que si continuaba andando podría desorientarse y perderse.

Una vez recostado dentro del dolmen comenzó a sentir un poco de pánico porque eran muchas las historias que los más ancianos del lugar contaban sobre él. Para quitarse esa sensación empezó a pensar en las cosas que tenía que hacer al día siguiente y mientras estaba concentrado en ello, el sueño le invadió.

Un sonoro trueno le despertó. Miró hacia el cielo y vio que estaba completamente despejado. En aquel momento oyó que alguien pronunciaba su nombre. Parecía que alguien estaba entonando una canción de la que sólo comprendía una cosa:  “Antonio, Antonio, Antonio Castán…”. Además creyó ver una luz… ¡Pero era imposible! ¡No había luna aquella noche! Y por otro lado, ¿quién podría estar a esas horas en el Tozal de Guara?

Las leyendas que su abuela le había contado cuando era un niño inundaron su mente, que si a este dolmen le llamaban la Caseta de las Brujas, que si ellas acudían aquí para celebrar sus rituales… No lo podía creer. El párroco de su pueblo, su padre y su maestro le habían dicho miles de veces que las brujas no existían.

Aunque tenía miedo de moverse por temor a que le descubrieran decidió asomar la vista por la hendidura que queda bajo la losa que recubre el dolmen. Entonces una luz más fuerte que la del sol le cegó.

A la mañana siguiente, Gregorio, pastor de Ibirque y su hija María, llevaron a pastar el rebaño. La niña se alejó detrás de un cabritillo y su padre se quedó cuidando al resto de las ovejas. De repente la oyó gritar y corrió hacia ella pensando que habría encontrado una víbora. Pero lo que ambos vieron fue mucho peor:  En el dolmen de Ibirque estaba el cadáver de Antonio… Se encontraba en una posición extraña, como queriendo arañar la roca, pero lo que más le horrorizó fue su cara: tenía una expresión de terror y el lugar en el que deberían haber estado los ojos estaba vacío. Sin pensarlo dos veces se llevó a su hija y salió huyendo de allí.

Cuentan las gentes de Guara, que la última visión que tuvo Antonio fue la de un grupo de mujeres bailando en lo alto del Tozal en torno a una horrible cabeza de color verde y azul que tenía dos cuernos y de la que salía una luz. Cómo no tuvieron conocimiento de lo que el joven vio antes de morir, creo que ni ellos mismos lo saben…

Ya sabes nunca te refugies en un dolmen pues las brujas y los espíritus siguen rondando en él…

Publicado por Javi Perez  en http://ensuenosdeguara.blogspot.com.es/2012/12/la-leyenda-del-dolmen-de-ibirque.html

1

Siguiendo el más puro “stail” oregonés, con una organización digna de la “ONU”, véase aquí te pillo aquí te mato, un trío de aberronchos, gallardos y aventureros pollos, dispusimos hollar con nuestras máquinas la Guarguera, desde Gésera hasta Lasaosa, por el maravilloso sendero que desemboca en la barrera del pueblo (decorada con un cartel curioso de “perro peligroso”, nada más lejos de la realidad porque el “gualdo” del perro estaba rascándose los huevos a dos manos bajo una carrasca, cuando nos vio pasar).  Pero a lo que voy vengo, por Cuello Bail siguiendo las rutas trazadas por la buena gente de Alto Gállego y desembocando en la pista superior de Sierra Belarra sudamos las camisetas para completar sus buenos 550 metros de ascensión.  Magnífico enclave para hacer el mandril en estas horas del Otoño y por excelencia sobre un bosque incomparable de buxos, carrasca, pino, servales y un largo etcétera de vegetación mediterránea bien conservada.  Como el orden de los garbanzos no altera el cocido, la explicación sobre el pueblo con sus leyendas y la ruta, son parte del acervo cultural de un biker que se precie, está en primer lugar y la descripción de lo sucedido con posterioridad.

La ascensión desde el precioso pueblo de Gésera, que se inicia en el barranco de mano izda a la entrada del pueblo, es más que razonable.  Incluso dura.  Un poco de masaje aragonés sobre los erizones, un sendero pedregoso “tipo Guara” y unos desniveles dignos de ponernos la almorrana a punto de nieve, incitan a liberar sudores y todo tipo de fluidos corporales (incluso gaseosos).  Así las cosas el precioso tramo recuperado es innegociable de descartar.  Ya en harina y sobre la pista asfaltada, dura y larga cual apéndice del tío Sigfredi, te dirige sin solución de continuidad hasta el mismo collado de Cuello Bail.  Aquí y en tierra la cosa se vuelve más ciclable, entretenida y cuando menos sufrida.  El cresteo es precioso, las vistas insuperables:  A la izquierda el Tozal, a la derecha desde el Bisaurín, Brecha de Rolando, Taillón, sierras exteriores incluidas Oroel, San Salvador, etc, en un mar de valles y de espacio insondable de recorrer más que a vista de pájaro.  2Puesto que la ruta se vuelva más humana la aproximación hasta Ibirque es entretenida, el desgaste llevadero, se piensa ya en comer y beber, también en un descanso con vistas y cuando menos te lo esperas, zas, el sendero hacia Ibirque.  Aproximación por un impracticable camino deshecho por las inclemencias del clima que nos lleva a la entrada de una escombrera de vida, de casas derrumbadas, de pardinas inservibles y prados habitados por vacas.  Soledad y belleza. 5 Maravilloso enclave para los que sobreviven a esta pesada humanidad a base de respiros de aire puro.  Y así fue, porque después de festejar con unas graciosas francesas (con más años que los caminos) y de charlotear un poco con el personal, reiniciamos la andadura en busca de la senda que baja por el PR.  Aquí……es otra historia.  ¿Cuál?  Pues la del desembarco, la diversión, pura adrenalina y darlo todo.3

Hasta el final todo es chorizo, o cuerda, o toro, o quémeséyo, porque la senda de trialera hacia Gésera es de las más bonitas, duras y guarras de toda la sierra.  Impresionante.  El que pueda mantener los empastes en su sitio hasta el final es que no ha bajado a muerte.  Y el que llegue en estas condiciones o está hecho un toro o no es humano.  4Dicho esto servidora llegó consumido, destrozado y con la moral un poco baja porque mis colegas, tanto Adrián como Alberto, estaban mucho más enteros.  Así que toda entrenar de nuevo, ponerme unos límites a comida y bebida y a cuidarme (que los años no pasan en balde).  La siguiente será más dura y distinta, no mejor porque es imposible.  ¡Qué ansia!  Por Dios que llegue ya.

As Cimas power, Nos vemos en el monte.

See you, little canal sparrows.  Lagartija.

actual 004

 

Entradas recientes:
30 octubre, 2015