Por fin llega el sábado.
First part. Toda la semana esbrozando fino y coqueto para llegar el día en el que por fin me dan suelta. Lo que de verdad me apetece es volver escarallado a casa, tener que tumbarme en el sofá para soñar en verde -¡coño como la Jeinequen!-, pues eso, que la sensación debe ser algo así como flotar con el culo para arriba porque llevo el “ojo de Mordor” en carne viva de la satisfacción de haber pasado una buena cantidad de horas encima del sillín.
Como no tenemos buen tiempo en Zaragoza y el personal tiene múltiples distracciones al final nos subimos Zacarías y una servidora al centro neurálgico del descontrol bttetero. Arguis es un parque de atracciones en pequeño. Tiene de todo, subidas, bajadas, trialeras duras y complicadas y también las hay muy asequibles, por tanto, sólo es cuestión de subir y decidir sobre la marcha.
A las 10.15 am. Ya estábamos dispuestos para la batalla. No habíamos madrugado en exceso pero es mejor así en estos días de tan mala climatología. Bueno al turrón. Todo presto. ¿Todo? Vaya al final –como siempre- algo falta. Mecagontoloquesemenea. Me he dejado los guantes. Claro los había echado a lavar y me he olvidado de recogerlos donde siempre. En fin, si se me ponen las zarpas como una peineta de berenjenas la culpa mía. Voy a tener que llevarme todos los días un check list de comprobación de material. Tira. Empezamos a subir el puerto viejo hacia el Mesón Nuevo. La ruta prometía buen tiempo, ¡qué digo!, excelente climatología. Subimos bien, a buen ritmo portera, y seguimos para bingo en el cruce dirección a la cima. Perfecto. Una buena sudada da fe de la única rampa, en la camiseta. En el repetidor una sesión de fotos y un poco de charla con el personal que hacía caminanta es un buen primer punto. Sin perder mucho tiempo nos desplazamos al hito de la bajada del Mesón Nuevo. Allí a disfrazarnos de romanos y a darle cera para abajo. Pero……..nos encontramos con un grupo de bikers arreglando una máquina. Allí que vamos nosotros a la portería y a confraternizar con el personal. Para variar. Iniciamos la bajada y en menos que canta un gato nos cruzamos varias veces con los componentes del grupo y algún compay suelto que hoza por la falda del monte. Pis pas y abajo. Qué gozada. A saco por la senda, desparramando pedrolos y zarzas. Una orgía de sentidos y luces, ruido como una estampida de cochinos y disfrute a raudales, a partes iguales. En la parte baja y desprendiendo olor a chotuno ya no sabía qué sudar. Deshidratao, oiga. Llegan enseguida los colegas, Óscar y un freelander de Huescouncil que por allí se encontraba.
Second part. Esto es poco. Hay que seguir disfrutando. La intención es acabar escojonciaos. ¿Destino? Pues a la Ermita de la Magdalena que es suave y “divertente2. Total que entre ponte bien y estate quieta los colegas que conocimos también se animan y acabamos todos por la pista confraternizando y departiendo tranquilamente. Como suele ocurrir en estos casos acabamos medio familia y con amigos comunes del desbroce montaraz. Así las cosas y en un suspiro nos llegamos a la ruina con el fin de disfrutar de un merecido tentempié antes de bajar la senda gloriosa que nos espera. Un descanso y de vuelta a la guerra. Date bien de vaselina que ahora toca gosssssar. Y es que nos metemos en el sendero, precioso, otoñal, tapizado de hojas y setas, de humedad relativa que frisa el 90% y sus claroscuros producidos por el entramado de ramas y vegetación maravillosa de colores pardos, su sensación mágica de posibilidades, de capacidad de sorprender con una sorpresa más. Una auténtica delicia para los sentidos, por no hablar del sendero técnico que es un dechado de obstáculos, jalonado de escalones de piedra y con peraltes escondidos que nos proporciona un extra de placer. No debiera acabar nunca esta situación. Pero por fin llegó el final y surgió una losa que indica que te agarres los machos. A los colegas les ofrecimos una bajada asequible, pero con mucha cautela y sin fiarse ni de su sombra. Las piedras gordas como lavadoras y las trampas que acechan como en una película de chinos te ponen a prueba fuerza y capacidad técnica. Resistencia, músculos cortos quemados y atención en extremo. Me tira hasta la goma de la braga. Cuando me agacho se me debe rizar el pelo de la nuca. Tarareo una canción a todo volumen de estas que escuchan ahora los jóvenes que han venido nuevos con la gorra de lado, una que dice “dale mamita, lo rompe, lo gosa, que tu papi te da su poronga golosa” o algo así, y luego “hiueputa, gonorrea”, creo. Pero nada, no consigo desconectar del flow del ambiente. Increíble bajada, insuperable tramo técnico que te deja manso al más pintao. Es lo que habíamos venido a buscar. Tengo un huevo en el hombro y otro en el Puente de Piedra. Madrequédesaltos, viajes, frenadas y sustos. Gozoso. Ufffffffffffffff. Se me han puesto los pelos del culo a punto de nieve. Por fin, prueba superada y con nota. Enseguida baja el resto del personal con una sonrisa en sus labios. El tío Carmelo, el tío Sergio, el tío Alfonso y cerrando Zacarías.
Tenemos que cerrar el día. ¿Qué podemos hacer? Que mejor que una última senda hasta el pueblo subiendo de nuevo al Mesón. Dicho y hecho. En un suspiro empezamos de nuevo por la senda del GR habilitada sobre las margas. Un tramo sencillo, divertido y rápido que me deja por fin escojonaito y listo para el descabello. Perfecto. Un día aprovechado. Sin más, 1050 m, con casi 30 km sin salir de un botón. No es mal bagage para una mañana aprovechada. Una cervecita de colofón matinal es un broche perfecto de un día de auténtico montalbán.
Me alegro de haber conocido nuevos colegas en el monte y a los que espero ver en próximas ocasiones para poder compartir más experiencias endulerdas. Con el tío Óscar seguramente compartiremos rutas en breve, por cierto que con igual tino que las fotografías que veis –son suyas- y al resto desearos un magnífico día de monte cuando os toque.
Ya esperamos con ansia la siguiente….See you, little canal sparrows.