Esta semana toca un poco de autocrítica. Y es sano cuestionarse cosas, a mi modo de ver el mundo que nos rodea. Os preguntaréis qué es lo que pasa y por qué ahora nos vamos a cuestionar unas cuantas “verdades” que los productores de bicicletas dan por sentado deben ser así. A lo mejor no se han planteado más que su propio negocio sin contar con las necesidades reales de un ciclista, biker, bttero, o globero sin más, necesita y sobre todo utiliza. Bienvenido capitalismo salvaje o consumismo libertino. O simplemente una versión de nuestro estilo de vida occidental.
Todo viene a colación del ansia viva por comprar una nueva bici. Llevo varios meses dando vueltas a la cabeza y no consigo ver una razón objetiva que me conduzca inexorablemente a la necesidad de cambiar la máquina actual de 26’’, maravillosa, por cierto, por una nueva de 27,5’’ que ofrecen las marcas de bicicletas que ahora están en boga y que es necesario poseer si quieres ser un tío “cool”, como dicen los modernos. Vamos que no te has oxidado en el trastero y llevas una bici antidiluviana. En fin, yo creo que soy y seré todavía un poco más de esos antiguos. Pero qué le vamos a hacer las nuevas modas, tendencias, características, geometrías y un sin fin de calificativos más, prometedores por otra parte, (que no la de atrás) y de las variaciones de settings, ajustes, posibilidades, etc, hace que para unos cuantos nos transportemos a épocas donde había hierros, no bicis de enduro –en este caso en particular-
Total que entre ponte bien y estate quieta me he liado la manta a la cabeza y he tirado para el monte a probar una máquina que me hacía “tilín” hace ya días. Además para más INRI un colega la había comprado hace poco y parecía que podría ser mi talla. La bici en cuestión: Yt Capra CF 2016, alicatada hasta el techo, con monoplano de 11v, carbono hasta en las pestañas, aligerada a más no poder y con unos componentes que hacer ruborizar al más pintado. En fin un puro caramelo. Se la pido para probar, como os podéis imaginar. Y quedamos.
Pues eso. Nos vamos junto con otro compañero del pedal a probar la máquina y a disfrutar del monte. En la Sierra de Algairén. Precioso lugar de enduro dirección a La Almunia. Nos pertrechamos y nos subimos a las monturas adaptadas para cada ciclista, porque en el fondo todos somos distintos. Y una servidora más, que soy más raro que un perro verde y con las cosas de montar ni comento. Arreando. Ligera. Muy ligera. Rígida. Este tupperware (plástico) es una tabla rígida como ella sola. Muy buenas sensaciones. Pero…………empieza la subida. ¡¡¡Ay Dios Mío!!!! El monoplano. Un servidor pedalea, tiene su ritmo pero es la primera vez y lo veo chungo. Mal. El ritmo es totalmente distinto. A mí no me va. El cambio es magnífico y la relación creo que adecuada. Con un 28 delante y un 42 detrás debiera ser suficiente. Pero por lo visto no, porque en la primera senda que subimos me pongo a unos números del pulsómetro que pensaba que ni existían. Madreeeeeeeeeeeeeeeeee, empezamos bien. No es por la bici, no. Yo creo que es el arquero que no está acoplado. En el final de la subida topamos con unos compañeros de Calatorao y allí festejamos y cambiamos opiniones. Nos despedimos y seguimos. Ahora de bajada. Esto es otra cosa. Larga entre ejes, estable, un poco grande para mi talla, pero bien. Buenos frenos y estaaaable. Yyyyyyyyy en la primera curva ratonera me hago con la picha un lío. Jo´´eé´´eé´´eéé´. Ahora ¿qué? En fin. P’abajo. Frenar, frena, pero si quieres bajar rápido no los toques. Al final otra vez al camino. No sé, no sé. ¿Seré yo? ¿Y mi bici? Ainsssssssssss, estoy hecho un mar de dudas. ¿Será por la talla un poco grande? ¿Será que ayer fui de fiesta, será que soy un paquete?
Pues nada no queda más remedio que volver a intentar. Otra subida para completar y así seguimos. Sufriendo como un perro apaleado. No me falta más que ponerme piedras en los zapatos para ir más jodido. Con cuidado extremo no salte una piedra al cuadro de carbono. La verdad es que sufría para que no pasara nada, que ni por casualidad sufriera un desperfecto. Qué suplicio. Y por fin el temido final. Tengo que echar pie a tierra. Desastre. Destrozao. Confirmo que es el arquero. La maravillosa máquina de mi colega ·Épico ha conseguido descabalgar al jinete. No puedo con una subida dura, pero que otras veces he subido. Ahora sí que me ha dejado a la altura del barro. Llego arriba y de la mano del tío Zacarías que iba justo delante de mí nos colocamos a la sombra de los pinos. Acabo de ver mi vida en diapositivas, no hay luz al final del pozo. Soy yo. Es el monoplato. La suspensión es total, impecable la nueva RC3 de Rock shox, la rigidez abrumadora, sube y baja como un misil y todo para que en una ruta sencilla sin complicaciones acabe cansado de verdad. Una pena. ¿Y ahora qué hago? En fin Serafín, mi colega me anima a bajar hasta el pueblo para que note lo estable que es en bajada y Edu tiene razón es bestial, rápida, salta, frena, no flexa ni por asomo, pero yo noto en la cabeza algo que me desmonta. ¿Por qué no? Quiero suponer que será un mal día, la talla, el monoplato o cualquier pijada que me haya pasado porque por medios no es. Así las cosas llegamos abajo y tomamos una cerveza, comentamos la jugada y después de todo (acordaros que yo llevo esta bici y mi colega la mía), así que el pobre encima con la otra haciendo toda la ruta.
No sé qué pensar. Estoy hecho un lío. Así como las casas de bicis te arrastran al consumo y el mercado favorece la compra de nuevas bicis en las medidas que no voy a comentar porque me parece un puro cachondeo técnico creo que los consumidores debemos ser lo suficientemente fríos y racionales como para que no nos dirijan al consumismo puro y duro. Que no sea el mercado el que se equilibre automáticamente a base de una vorágine de aportaciones sin sentido y que la “mano invisible” que propugnaba Adam Smith te arrastre inexorablemente a una compra cierta. Que hoy no vendan las 27,5 como la panacea y mañana la 26+ (que ya he leído por ahí). Que los americanos acaben de descubrir hace pocas semanas el doble plato como opción alternativa. ¡Jodofloro! Lo dicho, una pena. Lo único que diré es que hay muchas bicis, muy buenas, impresionantes, efectivas (en este caso no creo que pueda mejorarse mucho la que probé ni de lejos) y aún con todo….¿tenemos realmente lo que queremos? ¿Somos los golfistas del siglo XXI? ¿Una parte del deporte descontenta con toda innovación, siempre buscando el Santo Grial? ¿Qué será lo próximo?
Por cierto, si alguien quiere darme el número de la tarjeta y colaborar estoy abierto a cualquier donación. Jejeejejeje. Bici maravillosa, lugar increíble, biker paquete. Creo que hasta después del verano voy a ser un “hombre consumismo”. Con su misma bici, con su misma chaqueta, con su mismo patalón, etc.
Pdta. No seré golfista de momento, pero puedo afirmar que al final compraré la bici sin la menor duda. Es más ya tengo la autorización del Alto Mando, así que el problema se centra exclusivamente en saber cuál de todas me dará mayor satisfacción. Vamos que no soy un bicho raro ni tampoco un fallo de mercado. Soy simplemente un biker … como cualquier hijo de vecino.
Suerte con vuestras rutas. Nos vemos en el monte. See you little canal sparrows. Lagartija.