50 Sombras de Arguis.

Por Lagartija
23 enero, 2018

      

 

 

 

 

¿Sabíais que un espermatozoide es capaz de almacenar 37,5 Mb de información?  Por tanto, de una sola vez se pueden transferir cerca de 1.587,5 Terabytes (Tb) de datos.  Demasiada información para tragar.  Entonces….¿te pueden petar el disco duro de datos?  ¿Por eso se llaman los dispositivos de almacenamiento “pen”? ¿De ahí viene que “tengo poco espacio en la unidad “C”?  Pienso, a veces, en las preguntas que mueven el mundo y que son la explicación a la vida y a la humanidad. ¿Carne o pescado?  ¿Por qué a los peces de colores no les entra agua en los ojos? ¿A qué huelen las nubes? ¿Somos hombres, somos materia, somos frutos del azar?  Entonces se ilumina mi mente y me encuentro dando pedales con los compañeros del enduro que tienen tantas neuronas como yo.  Partícipes de un mismo mundo (a 16 colores según rezan las malas interpretaciones sexistas) pero que está allí para salir a cogerlo.  Me gustaría ser hoguera y no sólo rama en el fuego, para poder disfrutar por 2 vidas, pero me conformo con salir los domingos.  Por otra parte, que no la de atrás, es una suerte vivir tan cerca del Parque de Atracciones de Arguis.

De vuelta al montalbán y la comedia.

Introito.  Que no guarros, que no es eso.  Es la parte inicial del relato.  Así que a lo que voy vengo.  Hoy estamos aquí reunidos para … cognio, pues sí que estoy disperso.  Habrá que centrarse un poco.  Me siento entumecido, más chungo aquel Presidente de los EE.UU. Gerald Ford del cual decían no podía andar y mascar chicle a la vez.  Hoy tengo agujetas hasta en las pestañas.  Como una vaca volcá.  Me duelen hasta los dientes.  Será por lo que dice el tío Tanano: “Eso de andar en cetosis”.  A mí me suena a cetáceo o alguna práctica guarra de ésas que sólo él conoce.   Pero en el fondo seguro que no es bueno.

Pues a espabilar tocan.  Domingo y además muy frío.  Se me calan hasta los huesos.  Parte I. La decisión crucial. 

¿Se sale o no?  ¿Rodamos o almorzamos?  ¡Comemos o jod…? Lo que quieras, después comemos.  Y así un ratico mientras echamos el café en el Migalón (un poco flojo últimamente, en el servicio y demás menesteres propios del gremio).   Al final que… después de bajar el tío Tanano de viaje desde el Alto Pirineo y Mzungu y yo subir del Valle del Cierzo alguna cosa hay que hacer, más que nada por justificar en casa.  Total, que entre ponte bien y estate quieta poco tiempo tenemos para ciclar.  Eso sí con el día tan malo que hace tampoco invita a muchas florituras. Ya puestos a comparar como en el libro ese de los azotes y las sombras del Grey.  Una exageración, oiga.

 

Debemos prepararnos y salir, pero para ello alguno debería cambiarse de ropa.  Y sin más contemplaciones, en un pis pas, el primero de nosotros hace un “no hands” para delirio del personal aparcado en la explanada, el cual se queda con los ojos en la mano de semejante visión.  Todas las hormigas bajando por la parte oscura de la espalda para finalizar en el Canal de la Mancha.  Espero que la señora (receptora de la imagen) pueda haber conciliado el sueño esa noche con semejante visión.  Un prodigio de colores y olores para solaz y esparcimiento de la fauna local.  Yo he visto zanjas en obras con más glamour.  Ya.  Desde este momento debo afirmar que lo quiero un 15% menos.  Menudo osico.

Arrancamos por la esclusa del pantano con viento del Oeste, siguiendo la pista que atraviesa la falda de las Calmas. Jodoquefrío.  Se me mete el aire hasta por la rabadilla y sale por la nuca.  Empezamos pista arriba hasta el cruce del gas y nos metemos sin solución de continuidad en la pista de ascenso, pedregosa, empinada y con viento de frente racheado, aunque protegidos por la vegetación.  Con todo lo que sube el gobierno también podría subirnos a nosotros hasta el collado.  Pero bueno eso es otra historia.  P’arriba.  Empieza el desnivel.  Ahora toca sufrir y darle tracción, como reza el dicho: “Aun a costa de perder erotismo el hacerlo con calcetines te facilita mucho el agarre y la tracción”.  Pues eso, nosotros nos aplicamos el cuento porque necesitamos de la tracción animal para semejante ascensión.  Y el frío sigue, hasta el punto que aparecen tramos helados, zonas de barro que complican el ascenso y lastran nuestras ruedas, incluso «barderas» o tierras de blandones que son una trampa para los ciclistas.  Hay partes de mi cuerpo que si no estuvieran heladas no sabría ni que existían.  Tenemos mal día, necesitamos algo, una palabra que nos apoye.  Barandilla.  Toma, chúpate esa.  Estoy fatal de lo mío, pischa.  Tracción, quiero tracción.  En pleno esfuerzo y a ritmo de salsa para evitar colapsar las piernas subimos con el ritmo cardíaco a punto de nieve.  Qué bien se estaría abajo en el bar, frente a un par de huevos con jamón y vaso de vino.  Pero no, nosotros al turrón.  Y lo mejor es, que entre tramo y tramo el viento no llega a pegar directamente, estamos protegidos por las sombras (del verano) y el aire (del invierno).  Aún con todo no podemos quejarnos.

 

Y entre unas cosas y otras, al cabo del rato llegamos al collado.  Aquí sí que realmente hace un frío de “cojines”.  Sin más nos cambiamos y nos protegemos.  Parecemos las Tortugas Ninjas del Todo a 100 pero algo abrigan las defensas, eso sí.  Yo creo que ni siquiera nuestros cuerpos pueden generar el calor suficiente para sobrevivir allí más de 3 horas.  Debemos superarlo y para ello nada mejor que la imaginación.  Igual con una exhalación por el conducto ordinario podría calentar la parte trasera posterior, por decir algo, además a sabiendas que el oler tus propios pedos previene enfermedades.  Dicho y hecho.  En aquel momento yo creí que me hacía inmortal, pufffffffffffff.  La avena con leche que me había metido entre pecho y espalda por la mañana para desayunar genera ese tipo de efectos secundarios lo que me provoca un vertido, superior en contaminación al lindano; incluso se me puso el pelo rubio.  Pero esto ya lo comentaré en otro apartado.  En esos momentos y dada la discreción del lugar tocan pocos comentarios y más prisas para acomodarse las protecciones y preparar la cámara de la filmanda que había traído el tío Mzungu.

 

 

Por fin a bajar.  La senda se cierra por la vegetación y el bosque húmedo nos deja entrever la senda sobre raíces y lajas de piedra resbaladiza que invita a recoger un parte de urgencias debido al deslizamiento de ruedas poco controlado o sin control ninguno.  En el Hospital, ya me imagino al médico comentando la jugada después del ingreso por Urgencias:  “Estás mal de la columna, vete al bar”.  Y entre colleja y nolotil, agarradao del pescuezo por  el enfermero de turno, me susurraría al oído:  Vertebral idiota, vertebral.  Con todo tipo de lesiones.  Vamos un completo.  Así que mejor, aseguramos la línea y bajamos con confianza en lo que estamos haciendo, pero con reservas, no vaya a ser que de la tollina se nos peleen los dientes por salir de la boca (a pesar del casco integral).

La primera parte es muy “pina”.  La pendiente te hace suspirar más de una vez.  Yo creo que alguno hizo ceprén hasta con el “Ojo de Mordor” sobre el sillín de su bici dado que el ángulo se aproxima a la vertical en más de un tramo. En palabras de Tanano es un desnivel absurdo.  Todop’abajo.  Se pierden muchos metros de altura en un espacio minúsculo.  Así, quemando ferodo llegamos a la segunda parte.  Aquí es el bosque el protagonista.  También las piedras mojadas, asín que cuidadín.  La cosa cambia cuando trazas por curvas entre árboles, arbustos, raíces y plantas (parece un champú) y sobre la glera o canchal descompuesto en un pequeño tramo.  Es una gozada y en un santiamén se acabó lo que se daba para pasar a la zona de la roca desnuda del barranco.  El antiflow, de trayectoria complicada y colocar la rueda en el sitio preciso, pero te hace disfrutar, amén de haberlo hecho alguna vez con anterioridad, porque si no te clavas cientos de paradas sobre cada obstáculo que te cortan el rollo de manera radical.  Muy divertido de verdad.

Sólo nos falta el trozo del pantano.  Este es más humano.  Aquí salvo la curva que da paso a las margas no tiene mayor complicación.  El sacacorchos del final del bosque es puro flowwwwwwwwwww, qué gozada, rizos, badenes, salticos, más rizos, y por fin un salto al vacío sobre una barranquera con suelo de margas.  Precioso, plástico, espectacular.  Todo visual y mucha diversión.  Conducción EWS, pero agro-style.  Precisamente en este lugar Joselu se dedicó a probar las filmandas a ver cómo salían.  Y entre esto y una tollina que se clavó nuestro Spielberg maño, a la subida de un escalón de vuelta a Arguís, poco resta de contarles.  Nos dirigimos por el PR de Arguis hasta el merendero de La Foz y sanseacabó.

Acaso lo bueno es sentir que te salen las cosas bien cuando conduces con los settings ajustados, frenos, suspensiones, tarados, etc.  Y que disfrutas como cochino en charca.  Tocaba celebrarlo en el Migalón con una cervecica y conversación biker al uso.  Allí sentados en la terraza recibiendo los últimos rayos de sol de la mañana recibimos una llamada:

-Toc, toc.

-¿Quién es?

-El amor de tu vida.

-Mentira, la cerveza no habla.

 

Mi psiquiatra me dijo que estaba loco y pedí una segunda opinión…Me dijo que también era feo.

Despedida y cierre.  Nos vemos en las sendas.  Saludos de Tija, Lagar-Tija.

 

Datos técnicos.

Zona Arguis.  Nivel de esfuerzo….poccccccccccccccccccccccccccco.

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https://www.relive.cc/view/1367792244

 

 

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