Corre, corre, que se acaba.
Banda sonora, del desorden psicológico y montalbanero del día. Allá por octubre del año del Señor, 2018, de esta galaxia.
“Cada vez que me miro en el espejo todas las líneas de mi cara se aclaran. El pasado se fue, pasó como el crepúsculo hacia el amanecer. Sé que nadie sabe de dónde viene y hacia dónde va. Tienes que perder para saber cómo ganar. La mitad de la vida está escrita en las estrellas. Vive y aprende. Todas las cosas vuelven a ti. Sueña tú mismo un sueño que se realizará”.
Hace días que no escribo una letra y ha llegado el momento de dar por concluido un verano lleno de energía y emociones. Finalizada esta etapa empiezo la calenda de noviembre. Llega el cambio del ciclo de la vida y del estilo de bici, también. Es un placer vivir un día más, poder saborearlo con los amigos, subido en la máquina que tanto me hace sufrir y disfrutar. Gozar todo lo que podáis, subir lo más alto que lleguéis, no dejéis pasar una pedalada porque no volverá. El bosque está allí para nosotros, no desperdiciéis un ápice de aire en cosas banales, trivialidades que no aportan nada al espíritu. Disfrutar como si no hubiera un mañana.
He pasado la temporada de verano inmerso en el senderismo, en la Collarada, el Aspe y montañas sin tanto empaque ni renombre, pero que han ofrecido su magnitud plena para deleite de un servidor; también rutas en bicicleta; variopintas, carretera, montaña, enduro, ciclomontañismo, en el fondo me da igual. Y por fin hemos llegado a finales de octubre para rematar el calendario con la ruta que me apetecía realizar. Por muchos motivos. El primero de ellos es que necesitaba ver el bosque mojado, sentir la humedad ambiental, el musgo, ese vacío entre las hayas que te promete un poco de frío detrás de la niebla, algo distinto e informe, sin líneas definidas. El claro-oscuro de detrás de aquella curva, con una caída hacia el lecho del barranco que te lleva directo al torrente, frío y escandaloso, rugir del agua en los saltos de piedra. Es la melodía más bonita que puedes escuchar cuando recorres mucha distancia y encuentras un paso para continuar tu trecho hacia el destino. Es “El Paso del Norte”, Pass du Nord, la puerta hacia Biescas.
Y hasta aquí la “introito”, la amenazadora y esperanzada literatura que promete volverse “fisna y elegance”. Error. Insert coin. Vamos p’allá.
Te cagas por la garrilla el rutón que nos metimos para colofón de: “la temporada de ….subirse las bragas como un store”. Ya vale de calorín. Ahora toca ponerse el refajo y los pantalones pretos. Por eso y como vamos faltos de talento se convocó a la cita a los elementos más espesicos del contorno. De todo pelaje, oiga. Aquí aparecieron desde los irredentos bikers que jamás pisarán el asfalto hasta los más versátiles como una servidora que le da igual jota que bolero. La cosa es salir. ¿Dónde vais a estar peor que en casa? Frase mítica del acervo biker.
Lo dicho, pim, pam, pum. A Biescas. El tío Tanano, aborigen del lugar, a más señas, fue el que nos descubrió, hace ya un tiempo, semejante paso y desde entonces se nos hace la boca gaseosa sólo de pensar en volver a cruzar esos lares.
El Club As Cimas, más bien su sección endulerda, se confabuló a través del “guasap” durante esta semana pasada para converger en el Valle de Tena y aportar 10 de sus más “curiosos especímenes”. Alguno quedó en la recámara pero no se puede estar en todas, aunque yo sé de buena tinta que estarán rayando el suelo con los dientes, (a mí no me gusta hablar).
Pero a lo que voy vengo, una vez en canción y con los pertrechos ya en el coche, la cosa era hecha. No había vuelta atrás, aunqueeeeeeeeeeeee tampoco queríamos otra opción.
Día D, hora (tarde para variar) y lugar Escarrilla, porque por falta de tiempo decidimos acortar la zona de Formigal a Sallent por la VP y rodear el pantano hasta llegar a la subida de la presa en Búbal. Nuestra amiga “Norma Búbal” nos conducía con mano firme por los recónditos vericuetos de la maleza………….¡Bah, ni the fly!……por pista ancha, sarnosa, cuesta arriba, pina-pina que casi se nos sale el corazón por la boca, con rampucias “esquerosas” que nos hacían pensar en un par de kilómetros más y echar pie a tierra. Gensanta. Aquello no era un calentón, fue una socarrada. En las piernas no teníamos venas, eran un pantalón de pana. Totalmente dilataos (pero sólo de eso, porque alguna cedida ya venía de serie). No me gusta hablar, pero lo comentaré a vuesas mercedes en otra ocasión. Total, que quieras que no, llegamos arriba, después de un pequeño lapsus para comentar con un colega del tío Sherpa, encontrado al azar, la recogida de “pie azul” en una cesta interesante de setas.
Bueno, llegamos a la primera cita. Nuestra cota 1571m del altitud, sobre Panticosa. Toca bajar. Ahora es el momento hipoxia, chistes, burradas varias, citas, etc. Una risión y vestidos de romanos nos disponemos a hacer de las nuestras por la senda. Es increíble lo bonita que se presenta. Simplemente la entrada tenía más trampas que una película de chinos: raíces, saltos, piedra mojada que te hacía menearte como la compresa de una coja y un sinfín de maleza agazapada sobre la rocalla viva. Aberronchaos, ojos fuera de sus órbitas y una bajada digna de cualquier especial de las EWS. Maravillosa zona poblada y técnica, muy técnica que al mínimo fallo te privaba de poder masticar la carne una buena temporada. No es por exagerar, no, pero una tollina por esos escalones de piedra y se pelean los dientes por salir de la boca. Bien de yerbín, bien de roderas y bien de aderezo. Un placer para los sentidos. Nuestra almorrana hablaba inglés. El culo no tocaba el asiento ni para cambiar los pesos. Eso es lo bueno de estas sendas tan ocultas, que no hay límite, “no pain, no gain”.
Por fin abajo me miro la camiseta. Totalmente empapada. He sufrido y gozado a partes iguales. Detrás de Javi y Tanano se me ha hecho corta y aun pisando raíces mojadas no soltábamos manillar ni frenábamos más de lo previsto. Por si las “flies”.
Todo el personal llega sano y salvo a la primera zona de confort. Algún grito, portería, comentarios sobre la técnica y más adrenalina que una peli del Rocko Sigfredi. Quitémonos las protes, cambiemos la camiseta y preparémonos para subir por la …. Segunda del Día.
Hasta aquí no hay novedad. Ahora viene cuando la matan. Por las rampas de servicio, dirección Asnos, (no es a vosotros, es al ibón) nos quedan un par de mecagüend….en la mochila. La verdad es que se atraganta. Las primeras rampas, tiré junto con Miguel “Cirac” y Javi “Fuentes” a la vanguardia, pero parecía más una ladilla que un acompañante. Justo fui a su lado, justito, justito. Subieron fuerte. Al poco Tanano y Fon, Ramiro, Jesús, Adrián, Sherpa, Javi y Manu, en nutrida manada. Se imponía un descanso sobre la campa soleada. ¿Descanso? Poco me parece. Aquí entra en juego el “jubileta” (según las malas lenguas) y haciendo agua en su mecánica del todo a 100, patilla out, recambio…………..jejejeje. No problema, nos viene bien a todos. Unos comentan la jugada, otros nos metemos en el barro a ver a quién se pela y entre unos y otros la sensatez se pierde en menos que canta un gato.
El tío Tarrino, en vista de la situación y dispuesto a todo, después de haber repasado a los ingenieros y otra chusma con la que convivimos, armado con la mochila Mc Guiver se dirige a pegarle un par de repasos a los técnicos que allí forcejeaban entre tornillos y giros de material diverso. No faltan ánimos de los presentes para ver quién decía la burrada más gorda y entre vas y vienes que al final allí queda zanjado el asunto y puesta en servicio para solaz del interesado. Bici reparada. Conectemos el tdt y sintocinemos. No toques más piezas…Seguimos por el bosque. Dirección Búbal.
Ahora es necesario escalar por el sendero de Hoz. Maravilloso. Yo, acoquinao iba. De un momento a otro esperaba al enano que saltara de la margen del sendero para darme un susto. Pero no fue así. El susto me lo llevé yo al pisar una piedra mojada y casi arrearme un órdiga del tamaño el sombre de un picador. Y entre ires y venires de unos tallos de hayas, porque no son árboles completos sino copas enterradas, nos presentamos en la salida a la pista de Sabocos. Menudo tramo. Aquí se suda hasta la goma del calzoncillo. Duro, duro, duro. Unas empujadas y ya está. Sólo es lo que se ve, técnicamente está hecho. Frasecicas piadosas que se dicen mirando al que está más joio que la pata un banco. Pero no quieres un final sosolaba. Quieres más. Y eso te espera. Tanano en vanguardia, después nosotros. El personal en tromba y ……..cagontxós. ¡Pero este tío fabrica coches! Frase mítica. Lapidaria. El tío Tarrino sentencia al Tanano sobre un comentario acerca de la herramienta: “pretador de válvulas”. Jodofloro. Junto al estricador de nalgas, el condensador de fluzo y el yepador de estroncios ya no cabe mayor sofisticación técnica para una bicicleta. Aquí se rompió el molde. Pero no pasa nada. Salimos de esta y nos metemos en otra. Seguimos en senda. Toca bajar las zetas de Tripilituero. No hay mejor senda técnica para asediar, empujar y dejar tu impronta en la mente del vecino mientras le metes rueda en el “ojal” para que corra más. Impresionante.
No caben más adjetivos a la segunda bajada. Espectaluznante. Aún nos queda una subida pero es “pecata minuta” la rampa que queda y puestos a joder, o todos. o pinchamos la muñeca. Asín semos nusoltros, los payos.
Es un placer llegar al sendero del dolmen, ya en la pradera, bajo Sta Elena, en el camino de Biescas. Resta relajarse, disfrutar y dejar que el “Ojo de Mordor” recupere su forma achinada para conseguir llegar al Forato. Henchidos de fervor biker, unidos en comunión y plenos de espíritu manguán nos abrazamos y …………déjate de tontás, nos fuimos a pedir unas jarras y una hamburguesa de buey que quitaban el sentío. Impresionante. P’habernos matao. No sé si tiene estrellas michelín, pero están que te cagas por la patilla de lo güeñas que las hacen. Si no te pringas hasta el codo, no disfrutas. Desde el primer bocao notas como se te van taponando las arterias. Puro placer p’al colesterol. Oro líquido para las arterias.
Menudo nivel Maribel. Me lo he pasao pipa. Me he asustado, he sufrido subiendo, he bebido como un camello, luego por fin he disfrutado y compartido con los colegas rozándonos más que una dinamo, en fin, un lujo de ruta y un placer haber hecho una ruta sencillica en cuanto a esfuerzo pero técnicamente completa en una agradable compañía, con un nivel de desorden intelectual similar al mío propio.
Que queréis más, no problemo, no accidentes, todos bien comidos y bien abrevaos. “Forjados a fuego” que diría “Manu”. En breves habrá novedades. No os quedéis en casa. Salid. Embarraos. Y sobre todo disfrutar.
Suerte a todos. Nos vemos en las sendas.