PRIMAVERA. Vente a Biel.
Hypoxia mode. Biel o el enduro turístico.
Cuaderno de bitácora. Planeta asfalto.
Año 2149 de nuestra Galaxia. Hoy domingo he desayunado como para una boda. Llevo las piernas que parece me haya follado un gato y el “Ojo de Mordor” progresa adecuadamente; mi piel muestra un color anaranjado, pulido, brillante y lleno de esplendor, producto de una exposición al sol el día de autos. Estoy vago. En lo único que me diferencio de una planta es que ella hace la fotosíntesis.
De una descripción somera, aunque interesante, de una ruta especial -a estas alturas del año- tal vez deba pasarse a un comentario exhaustivo de un magnífico día de comedia y montalbán (o al revés). Un paseo por las nubes……..o por Biel, o miaquémeséyo.
Como dice Tarrino, al bajar del coche estábamos más blancos que una taza de water, pero, eso era al principio. Un poco de cremita al punto de mañana en el mismo aparcamiento de Biel puede aliviar mucho futuras insolaciones provocadas por el astro rey. Cierto es que durante un buen rato a su merced puedes acabar como una tostada, pero realmente … al final es así. Hay que vigilar nuestra salud, y en eso estábamos cuando de repente…
Por orden. Un poco de concierto, sis plau.
Biel. Día D. Hora zulú. Planes. Todo.
Despegue: Día estelar de nuestra galaxia, 16 de marzo. Hora, prontico, sobre las 9.30. Bien peinados y limpios como una espada. Allí aparecemos 15 mardanos vestidos de romanos dispuestos a dejarnos la piel en el pellejo dando pedales por la Sierra de Biel y Santo Domingo. Esta vez toca describir el lugar para aquellos espíritus pobres que no conozcan la zona y gusten de un baño de sensaciones agradable, divertido y reparador al final de ruta en los pocos bares de la zona. Pocos, pero con calidad, es justo reconocer a quien trabaja bien y aquí su mención. Te tomas un café y sabe bien y no hay efectos colaterales porque alguna vez me ha pasado que pienso que le llaman café con leche porque “dame veneno que quiero morir” ya estaba pillado por los Chunguitos. Y otra cosa que me gusta destacar siempre es la calidad humana de las personas con las que nos cruzamos por nuestros pueblos, no como muchos de los bloques de los vecinos de las ciudades que parece que les hayan afectado los recortes en educación. ¡Coño! Saluda.
Por otra parte, que no la de atrás, empezamos bien la mañana, de cojón de mico que diría aquel. Varias multas de tráfico en el camino de ida, unas gafas rotas al pisarlas de forma descuidada, un camel-back que perdía más aceite que Carmen de Mairena, y todo tipo de desgracias concatenadas. Con todo este enjambre de circunstancias sobrevolando nuestra áurea tocaba protegerse porque en una de éstas podría acontecer un desenlace fatal, una caída, un embarazo, un diente o cualquier desgracia que el Maligno tuviera a voluntad. Era un miedo cerval, como el de echarse mano al bolsillo y no sentir el móvil.
Aun así y todo iba adelante. Rodeado de algarrobos, de bicis raras y material de todo tipo, desde la conquista de América no se debía haber visto cosa igual en estos pueblos de Dios. Una manada de vikingos ataviados de grana y oro con bichos raros para dar pedales, de formas «estrambólicas» y lenguaje también desconocido. ¿Feos? NO. Es como preguntar a nuestras mujeres sobre esas visiones. Su respuesta es evidente: “Te tiene que gustar a ti”. Está claro, tienes una pinta de orco de Mordor, que te rilas por la garrilla. ¿Acaso serán extraterrestres? Supongo que si alguien nos hubiera visto seguramente nos hubiera mirado como las vacas al tren. Pero vamos, que a mí también me pasa. A veces pienso que España puede salir de la crisis… y luego veo a niñatos de 16 años con las cejas depiladas y se me pasa. Pues esta visión, igual.
Mientras tanto en el Reyno de Oregón, pistoletazo de salida. Nos conjuramos en sonrisa inicial con la mirada puesta en la parte superior de la val, oteando por encima de la primera línea de árboles buscando el final, la meta o por lo menos el primer collado. Me echo al monte. Como si saliera de cervezas con el 78% de batería. Ahí. Que sea lo que Dios quiera. En nada y por sorpresa nos introdujimos en un barranco con pendiente, apellidado “Del Correo” que empezó a inclinarse hasta límites insospechados. El firme, por decir algo, era … ¿cómo decirlo? Ya está, ma ha venío, era “esqueroso”. De piedra redonda, cantos rodados, como cabezas de crío, un tapiz de bolos intratable, infranqueable desnivel pestoso difícilmente evitable. Un mar de pedrolos. Había otra opción, pero no convenía al asunto que nos llevábamos entre manos así que la decisión del equipo de ruta no era discutible. Como reza el dicho: Jugar y perder, pagar y callar. Al mal tiempo buena cara, así aproveché para contar mi experiencia en los rayos X, que me hicieron esa misma semana en la zona de mi lesión, sacro-ilíaca-lumbar-perifóllica, (vamos, en la lomera) que ya voy a tomar como crónica, porque no evoluciona como los pokemon, sino que se hace más bien resistente a todo tratamiento, incluida a la ámbar requetefresca. Por decirlo elegantemente, mi relato expuesto con una visión particular de la situación, sin exagerar miaja, porqueeeee como dice nuestro refranero, los niños, los borrachos y los leggins siempre dicen la verdad, aunque sea maqueada. Risión y descontrol para obviar el desnivel. Bueno, pues eso, que entre ponte bien y estate quieta nos olvidamos de la merdé de subida para llegar al primer collado que era la antesala de nuestro primer sendero de recompensa a la tenacidad y esfuerzo inicial. Aquí el tío Sherpa deleitó con una sesión del Club de la Comedia para solaz reparador del personal mientras el grupo se ataviaba con las protecciones que servirían en el descenso por la senda hacia el refugio de la Artica. Un bosque de hayas, tapizado de hojarasca, de ramas y más trampas que una película de chinos. No se puede pedir más. Era “naturalmente maravilloso”. Una senda más bien cortica, muy bien alicatada, con sus baches, sus ramas de avellano, sus hayas frondosas, los gnomos y una incontable cohorte de zarzas dispuestas a abrazarte. Si es que el bosque nos quiere. Ya te lo digo yo, “mi amol”.
Poca recompensa fue el llegar hasta el refugio porque sin solución de continuidad nos metimos en la pista que asciende al collado que otorga vistas sobre el Puig Moné y el borrado de memoria fue rápido. El remonte a la zona superior es breve. Ahora toca descansar, comer algo, comentar la jugada y empezar a contar las subidas realizadas. Ya se sentía el jambre, mucha jambre. Aquí ya no se hacía ascos a nada como en el comedor de la oficina. Allí ves un yoghurt caducado de un día y no te lo comes, pero el sábado noche seguro que te meten droga que ha viajado 12.000 km metida en culo de alguien y p’alante. En fin que hay gente p’a to. El calor es insoportable y la humedad del bosque nos hace sudar hasta la goma de la braga. Ya he perdido 1 litro mínimo por todos los poros de mi cuerpo serrano. Y no es poco decir. También es el momento de los retratos y las tontadas, debido a la hipoxia, la pérdida del sentido de la razón y el poco conocimiento que ya de serie viene instalado en algunas cabecicas, hace que sea el conjunto perfecto para irradiar tontería. ¡Qué más se puede pedir a una mañana de diversión! En esas estábamos cuando alguien decidió que debíamos de bajar de nuevo al refugio de la Artica para continuar viaje. Y es que claro, íbamos a contrarreloj y las horas de sol mandaban. Allí los guías recios de la manada, chascando el látigo, y a golpe de arenga y vozarrón urgían a las tropas a ponerse nuevamente las protecciones para bajar por el sendero jalonado de tocones de árboles y arbustos recién arreglados. Dignas de voltereta estas ramificaciones, unido a la tontada y al hacer medio medio que algunos tenemos presentan la ecuación perfecta de la tollina integral. En resumidas cuentas, una voltereta cum laude a la primera de cambio. Pero no, esta vez no. Algún susto y poco más se provocó en la bajada, por tanto, en líneas generales muy noble y divertida.
Una vez abajo la primera incidencia del día. ¿Cuál es? Se preguntará el ávido lector, curioso y enternecido por la descripción del monte. Pues no es otra que la del Tío La Vara. Azote de maleantes, cuidador del Medio, látigo de malvados y gente sin freno que manchamos el monte. Gruñido del macho alfa a todos aquellos que tiramos los residuos orgánicos al suelo, recuerdo incansable y tenaz de la limpieza, fan del KH7 y demás atributos con su voz de mando, báculo en mano, cetro y trono en las fotografías, amén de ese porte gallardo y conquistador………..(jodofloro, luego lo veis y …bueno os pondré una foto, jeeeee) con recio mando y sin bacilar lo más mínimo, impasible el ademán infundió tal respeto que no sólo recogimos las cáscaras de plátano sino que acabamos pasando la mopa por debajo de los árboles. Todo esto dicho sin exagerar un ápice. Pero a lo que voy vengo.
Enseguida tiramos pista aislante. O sea palante. Como los de Alicante. Unos pocos kms de pista “esquerosa” de tierra recién arreglada que había dejado la capa de rodadura movida y como no había sido compactada, porque a criterio de nuestro técnico favorito no hubiera ganado nada con pasarle un molón de los gordos, salían polvo y tierra a partes iguales secando nuestras mucosas y haciendo más dura si cabe la subida entre el calor, el esfuerzo, las horas sobre la bici y lo que faltaba por venir. Pero no es más que otra incidencia en el día, nada destacable que no sea reparado con un trago de isostar azul o powerade, de los que te hace cagar un mojón radioactivo que se ve desde el bloque del vecino. Arreglar el cuerpo, lo arregla, sí, no digo que no, recuperas sales, también, pero coño que al final con el culo encendido pareces un gusiluz.
Me distraigo. Hacia la parte superior del mirador, frente al Puig Moné, en Malpaso y en franca subida, expuestos bajo las inclemencias del sol, por una pista ancha, larga, recta llegamos al mirador. Aquí encontramos dos paisanos “sin ganas de charrar” que si nos dejamos nos ponen la cabeza como un bombo, aunque se agradece compartir espacios y aficiones.
Un paseo por las nubes. Una vuelta en 360º alrededor de un mirador privilegiado. Desde Sto Domingo al Norte hasta la Plana de Uesca al Sur. Vista de las que no se puede uno perder. Recuerdo que guardarás durante mucho tiempo. Descanso y paz, y pinchazo de Tito. Hay que arreglar. El personal volcado en colaboraciones (salvo de Hobbie de Figueruelas que participó a última hora “pretando” alguna cosa) resolvió en poco el inconveniente. Claro es, había que descender por el cordal de piedra y era totalmente necesario. La bajada es buena, la primera parte sobre un sendero “Osqueta Style” incluida el centrifugado y la tollina del tío Rubén, de la que debo mencionar la suerte que tuvo de no clavarse el tocón de boj sobre el que se golpeó por debajo del casco integral. Menos mal que es un tío duro, para eso es de Belchite. Seguimos bajando sobre la roca caliza, redondeada y mal colocada, haciendo cabriolas, requiebros, maniobras pensadas y ensayadas cien veces, con las que disfrutamos más que un mico con lombrices en …. Pues eso.
Y por fin llegó el fin. Una cerca para el ganado, un cruce, un pastor eléctrico nos frena y nos invita a ver el desvío, sopesar la ruta a elegir y a tomar un sendero a media ladera que nos trasportará a través de los frondoso del bosque hasta el Pígalo. Precioso lugar, pintoresco y atractivo, mil veces visitado, más comentado y curioso que otros por la zona y poza de baño obligado a la gente del lugar. He aquí que mi alma se encogió cuando el gallego Manuel se tiró hacia el agua, haciendo el Cristo, de una altura considerable sobre el líquido chelado, sin saber qué le esperaba. ¿Se le encogerá el …? ¿Se le pegarán atrás como a los tigres? ¿Tendrá que utilizar el jet stender o alargador de ** debido al agua helada? ¿La diferencia de presión le provocará lesiones irreversibles en sálvese la parte? Por la cabeza, lo digo. Guarrrrros. No. La respuesta es no. Salió igualico que entró, sin talento y con ese body serrano que evita todos los gimnasios. Un lujo para la vista y el alma de los más pervertidos.
Seguimos ruta. Esta vez tras aprovisionarnos de agua en el camping, que podía haber estado abierto para avituallar de líquido elemento de cebada a nuestros resecos continentes de pecadoras almas, pero no. Mecagonsuestampa. Lástima pille cagaleras, que cuando tosa, efectúe y si pare revi………… En fin. Que me enciendo.
Arriba. Hay que subir, arriba. Esas palabras resonaban en mi interior cuando cruzamos el río en dirección a lo más hondo del valle para adentrarnos en busca del “anillo de los hombres”. Eso parecía. Un barranco espeso, profundo, con muchísima humedad, bien tupido y muy vestido nos protegía esta vez del sol castigador, como en el bosque del Señor de los Anillos”. Casi se agradece esta circunstancia por la temperatura a la que nos veíamos sometidos aunque es de justicia decir que de vez en cuando salir al sol también nos hacía sentir mejor. Un buen rato nos pegamos subiendo por la pista bastante bien trazada en cuanto al desnivel. Las fuerzas flaqueaban y nos temblaban las patas más que si hubiéramos visto al Rocko Sigfredi y estuviéramos cogidos en un cepo. Es verdad ya estábamos un poco picados por la segunda vara y a pesar de todo el tío Fon y servidora abríamos camino hacia el infinito y más allá a lomos de unas máquinas que se estaban haciendo un poco pestosas. En esos momentos piensas en las cervezas de más de la noche anterior, de los entrenos que has dejado pasar por dejadez y …..de los productores de “ya lo fregaré mañana” y los guionistas de “cinco minutos más y me levanto” llega: “mañana salgo a correr”.
Un poco más de sufrimiento y llegamos a la parte anterior del bucle (donde el pastor eléctrico) para tomar una senda de bajada que conecta con la anterior del balcón y nos dirige inmediatamente a Biel. Pero todo a su tiempo. Antes había que comentar la jugada. Pertecharse de romanos. Ajustar los settings y conocimiento fuera. Un último respiro y un trago de agua antes de enfundarnos los integrales. Maravilloso olor a choto en el entorno de nuestro parking improvisado. He visto vertederos más agradables. 30 axilas, 30 pieses, 15 forcachas, de todo en simple y en doble, todo sudado, las camisetas se tenían solas, como la falda de la Reina Isabel de Castilla en sus mejores tiempos, y así las cosas pistoletazo de salida.
Se empieza a ver la vegetación. Se dirige a nosotros a velocidad cada vez mayor, con lo cual el intrépido y astuto lector habrá adivinado que la velocidad y el riesgo crecen relacionados de manera directa e incluso exponencial. Es lo que tiene no disponer de masa encefálica, de la gris, dentro del casco a estas alturas de la ruta. Y en unos minutos empieza el éxtasis. El bosque se cierra, la senda mengua, la vegetación se cierne sobre nosotros y la atención sobre la trayectoria se incrementa hasta no entender đe otro asunto. Con la mirada puesta en las curvas técnicas, los escalones de piedras, las zetas muyyyyyy delicadas, pero sobre todo en una caja de sendero de tierra y hojas provocan que la velocidad y la sensación de flotación maravillosa se torne adrenalina y video-juego, casi una visión. Es largo el tramo, muy vestido y técnico, a veces delicado y exigente, tal vez el mejor de la ruta, pero sobre todo es extasiante y sobrecogedor por la exuberancia y la calidad de la masa forestal. No envidia a ningún otro sitio, te sientes bien y así se expresó al parar a la salida del sendero. En una zona abierta nos reagrupamos para hacer balance de sensaciones y problemas técnicos antes de llegar con resultado más que favorable. Habíamos descubierto una excelente zona de juegos gracias al Tío Javi -alias El Calas- Por pista llegamos enseguida a Biel y por fin nos desmontamos fatigados, resecos, hambrientos y realmente satisfechos, Un gran día de monte ofrecido por el aborigen del lugar y sus secuaces que habían previsto los imponderables con precisión y que gracias a una magnífica preparación dio como fruto una ruta de 10.
En el aparcamiento no se hablaba de otra cosa, salvo de la futura merienda y poco más. Cansados, mansos, satisfechos y muy relajados las felicitaciones surgían espontáneamente y todo eran abrazos a la organización y entre los asistentes. A ver ahora cómo explico yo a los chavales que el modelo a seguir es este, el del sufrimiento y la diversión, y no el de la choni de turno que se forra en la tele sin despeinarse. O eso creo yo. Hubo más, pero yo no estuve así que tal vez deba ser otro quien continúe este relato. Hasta aquí puedo escribir y ojalá sirva de de ayuda a conocer una zona espectacular y con cientos de posibilidades para el mundo del btt. Muchas gracias JAVI CALAS, y a toda la organizanda.
¡Qué bien lo pasemos! ¡Cómo disfrutemos! ¿Tú, no estastes?
Saludos desde los senderos, nos vemos en el monte. Soy Tija. Lagar-Tija.
DATOS TÉCNICOS.
Zona Biel-Luesia. Sierra Santo Domingo.
https://www.strava.com/activities/2217656282
También disponible en wililoc. Estimados colegas del bbtava, no dejéis de investigar la zona. Una gozada de paseo para día completo a estas alturas del año que todavía no «preta» la calor. See you, little canal sparrows