Pour la France.
Gentileza del tío Robert, os pongo dos filmandas que intentan revivir lo que allí ocurrió, o yo qué sé.
RUTA DEL PIRATA Y LA CABAÑA D’ICHEUSS
Varios malincuentes que por allí hollaban.
Así salió la cosa. Improvisación y p’adelante. Nos arrastró el viento de una propuesta –que no había caído en el olvido- porque lo que nos esperaba era de órdago, paisajes espectaculares, bajadas por mares de helechos y medias laderas infinitas, coloreadas de verdes en todas sus gamas de intensidad; subidas que te hacen sudar hasta la goma de la braga y un sinfín de sensaciones que no reconocen identidad, ni fronteras de estados políticos. En los mapas me pierdo buscando una ruta nueva, desconocida, que me sorprenda con el asombro de un transeúnte solitario. Rebuscando, siento pasar hojas en blanco, que no me satisfacen, dejando correr horas muertas hasta que surge la idea. Oh lá, lá, c’est la France. ¡Qué buena la tortilla francesa! ¡Deliciosas las baguettes! ¡Qué bueno el francés! Incluso ¡qué bueno, hasta el idioma! Je, je, je. En Francia, nada cobra importancia.
Nervios. Estamos esperando como el “Santo Bendimiento” esa hora precisa en la que nos vamos hacia allí. Saldré de un salto del cine de las sábanas blancas y tendré que coger mi maleta de los sueños que dejé hace poco en el valle vecino, en las múltiples ocasiones que he acudido este verano a buscar la magia de le Pyrenees Béarnaises, del monte francés en el Alto Bearn.
Varios webs que recogen las rutas aproximadas a la que hicimos el otro día.
https://www.pyrenees-bearnaises.com/offres/n-42-chemin-de-pirait-a-vtt-lees-athas-fr-2201504/
https://www.pirineo-frances.es/touristic_sheet/n-44-cabane-dicheus-vtt-lees-athas-es-2201544/
https://es.wikiloc.com/rutas-mountain-bike/pirait-y-algo-mas-46392209
Gnomos del bosque haciendo el mandril.
Dicho y hecho. Ya estamos, después de una pequeña organización logística entre los 7 colegas que nos pusimos en canción. En Castiello de Jaca nos juntamos a echar el café de rigor (aunque no pusimos ningún fax, todo sea dicho de paso) y subimos bien anchos en los coches, cumpliendo rigurosamente todas las pautas sanitarias.
El lucero del alba ya se había desperezado y subía la temperatura hasta hacerse bastante agradable, al margen de la humedad recogida en todos estos valles norteños. Por las curvas serpenteantes que comienzan tras pasar el túnel del Somport, límite fronterizo de un territorio que no deja de ser el mismo a efectos de diversión, naturaleza y modo de vida, nos adentramos en otro territorio que nos espera con los brazos abiertos para comer el mundo con nuestra avidez de enduro, de barranqueras, de trialeras, de ganas de disfrutar la vida a lomos de la bici, viviendo en la ausencia del deseo canalla, simplemente de la entrega al día de deporte en compañía de los colegas.
Y sin más ni más. En el parking de Lées Athas, bajamos los pertrechos y enfilamos la pista asfaltada hacia arriba. Subimos en primera instancia Edu y una servidora, puesto que con la pulmonar me iba a costar un pelín más de tiempo. Edu iba disfrutando de una maravillosa BH a pilas, tuperware de última generación del año 2020, y más pincha que un 8. A nuestra espalda vemos acercarse al tío Josan. Nos informa que al pobre David le había fallado la electrónica y no puede emprender la marcha, así que decide replegar velas y volver a casa con la pena de no haber podido disfrutar del día. En fin, una lástima después del esfuerzo. Cosas de la técnica. El resto se despide y sube por la pista a nuestro encuentro. Todos electrificados como la silla del mismo nombre. Asistidos, los truhanes, por ese empuje extra que da una frescura que hace palidecer a los dos inalámbricos (Josan y yo).
800m de desnivel positivo y de patapúm p’arriba. Pero merece la pena frotar un poco hasta brillar por todos los poros del cuerpo. En el collado nos espera el laurel del triunfo y entre una conversación con Juanico, otra con Juanjo, el tío Josan a mi lado y Edu subiendo y bajando, casi no dio tiempo a darse cuenta que estábamos al inicio de la pista de piedra.
Un nudo de antojos se transforma en calvario para el cansancio y el pedaleo extremo, surcando la pista de piedra y de rampucias “esquerosas” que tanto al tío Robert como el resto de secuaces no les afecta como a mí hasta el punto de agobiarme y tener que echar el pie a tierra. Vamos, en dos tiempos. T1. Me bajo. T2. Empujo. Y no pasa “res”.
Entre ponte bien y estate quieta llegamos a la zona de navegación por bosque y desde el gps del tío Josan nos llega la dirección precisa que nos transporta en una pequeño porteo hasta el maravilloso cordal de la cabaña de D’Icheuss. Nos hemos ganado un descanso merecido. Las vistas son insuperables, sobre una pequeña nevada que tiñe de blanco las rampas de ascenso, con la “cabanne” de fondo y el placer de disfrutar de un territorio salvaje nos relamemos pensando en la bajada. Gloria. Es un gozo infinito, puro hedonismo, hemorragia de placer asilvestrado en forma de deporte. Ahora bien, con nosotros los fabricantes de perfumes hacen el agosto, porque allí arriba olía a “chotuno” que es una barbaridad. Pero todo eso es igual. Nos espera la recompensa.
Vestidos de romanos nos disponemos a surfear toda la loma en dirección a la senda pedregosa de subida. Se me menea hasta la campanilla, saltando, gritando y tirando de manillar como un poseso que disfruta más que un garbanzo en la boca de un viejo. Primero una alfombra de hierba para transformarse en una barranquera de piedra que nos hace gritar como locas en pleno éxtasis desenfrenado de curveo sobre piedras como la cabeza de un taustano o raíces puestas para complicar la trazada pervirtiendo la línea recta de caída a plomo sobre la natural inclinación de la montaña. En esas estábamos, viendo pasar nuestra vida en diapositivas cuando sin solución de continuidad nos asalta el nuevo tramo de descenso, esta vez en forma del Bosque de Farngorn. . Un tapiz de un palmo de hojarasca cubre los agujeros, las raíces, las ramas sueltas, las piedras colocadas para ver si te pillo y t’esnafro en una tollina “cum laudem”. Un bosque de hayas maravilloso, me siento un gnomo, uno de esos del Sr. De los Anillos. En cualquier momento sale “Gandalf” el Mago Blanco y nos convierte en fosfatina de la órdiga que nos damos. Desnivel, velocidad y con más trampas que en una película de chinos nos traslada del segundo presente al siguiente problema materializado en una piedra goooooooooooooorda, un árbol o un cortado sin límite.
Y en esas estábamos que no en otras, disfrutando como cochinos en charca cuando por fin nos encontramos con lo más característico de estas montañas francesas, las laderas pobladas de helechos, cortes diagonales en las lomas, infinitos, de velocidad absurda, con vistas insondables sobre valles y puertos, sensación de libertad y de aire que llena los pulmones hasta saciarlos por completo… y alguna p**a rampa, por qué no decirlo también. Pero a lo que voy vengo. Un paroncico y a charrar con los colegas. Es el momento de soltar líquido por el conducto reglamentario. Y… ¡vaya hombre! No los había visto. Total que a unos alemanes que allí estaban disfrutando del aire les hago una visión de la capacidad y poderío aragonés. Chúpate esa peladilla, y si puedes ahora duerme con eso. No me había dado cuenta y allí mismo …. Pues eso que me giré y eché un orín de la manera habitual: “un no-hands”.
Seguimos el descenso. Trazo detrás de Juan, Robert a la espalda haciendo el “Spierlberg de Castiello” y los demás turnándose en la cabeza disfrutando de la bajada. Juanjo en una de estas me dio brillo a los laterales en medio de una barranquera en la que se me atragantó la visión porque se me había movido una lentilla de las vibraciones, yasabeusté.
Maravilloso, espectaluznante, gloriosa bajada, hasta me recompensé del esfuerzo yendo a pequeños tramos gozando, saltando y poniéndome delante del grupito para ver la senda en primera persona. Ya tenía los pelos del culo a punto de nieve cuando una pareja de colegas pasaron delante de la granja, próxima al pueblo de Athas, sobrevolando la última senda de bajada por el bosque, trazando gozosamente los metros del postre y exactamente all fue el preciso momento en el que un perro salió en la parte más delicada, la barranquera que desaguaba aquella parte del monte, con pedrolos como lavadoras y más puntas que cañamones te dan por un duro. Se aproxima, lo veo, me entra un cague que pienso, si paro me come, tiene más dientes que una película de tiburones, es feo, me pega alguna mierda porque sucio como el palo de gallinero, está. Así que fuerzo y vuelo sobre las puntas de las piedras. Rezo. Me encomiendo a Sta Biela de Hollowtech y bajo en versión COPA DEL MUNDO DH. Al final tuve suerte. Llego al pueblo y nos vamos juntando, Edu, Josan, … ¿y el resto? ¡Ay Dios! Enseguida nos informan que al tío Robert le había pillado la vaquilla. Lamierdalperro. Pues sí, se había lanzado sobre él y al forzar la máquina se había atollinao sobre el lecho del barranco.
Golpe seco, duro, en piedra, un poco de desorientación, pero como es más duro que el Alcoyano (que iba perdiendo 15-0 y pedía prórroga) pues eso que llegó al coche. Con la ayuda de los colegas y un poco de ánimo lo recuperaron. Por fin en al final en la fuente del pueblo y al aparcamiento. Allí tras una pequeña valoración y a la vista de las heridas, decidimos que tal vez fuera mejor que un médico le diese una pasada de pintura.
Y así transcurrió la jornada, entre ponte bien y estate quieta, que disfrutemos, gocemos y ¿tú no estastes? Ay amijo, no te lo pierdas. Si no has estado en la pomada no eres nadie en el mundo del montalbán francés. Es preciso probar y luego si te gusta, repite.
A nosotros nos encantan, nos embriaga, nos muele cuerpo y alma pero ya estamos deseando volver y no es por desmerecer ningún otro lugar, sino simplemente porque es diferente. Es francés. De Francia, ya sabes.
Besos y abrazos, Felicitons y disfrutons. Un placer inmenso. No dejéis pasar oportunidad y a la mínima al monte de cabeza. Un saludo de vuestro colega Tija, Lagar-Tija. Nos vemos en las sendas.